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lunes, 11 de febrero de 2013

El simbolismo del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2013


El cartel de Nuria Barrera para la Semana Santa sevillana de 2013 viene a representar toda su esencia, por medio de un bodegón sensorial que a nuestro parecer bebe de la tradición de este género tan cultivado por los grandes pintores sevillanos del Siglo de Oro, véase Francisco de Zurbarán o Diego Velázquez. En él muestra todo un alegato alegórico de la Celebración, contenido en una serie de elementos razonablemente elegidos de entre el baúl de los recuerdos de la propia autora y ejecutados con una pincelada suelta y luminosa como característica personal.




Siguiendo esta tradición, nos encontramos con un lienzo lleno de simbolismo en que se alude a los cuatro sentidos y a determinadas virtudes, y que además constituyen un conjunto que nos avisa de la llegada de la ansiada Semana Mayor.



El simbolismo de los diez elementos de la composición:

La composición, perfectamente estudiada, se estructura a través de diez elementos que además de sugerir diferentes sensaciones, aluden a determinadas hermandades de Sevilla.

El Palio de la Virgen de la Paz marca el inicio de la Semana Santa. El níveo manto recoge e irradia la luz, alegría e ilusión de la mañana del Domingo de Ramos que desde el arco de la portada de la Iglesia de San Sebastián se proyecta diagonalmente hasta convertirse en el sudario de la Soledad de San Lorenzo, símbolo del dolor de una madre por la pérdida del Hijo; metáfora del paso del tiempo, pero siempre con el permiso y respeto hacia la Hermandad de la Resurrección, que es quien realmente marca el inicio de la espera para una nueva Semana Santa.




El silencio que se apodera del templo una vez ha salido la Hermandad para hacer su Estación de Penitencia, se plasma a través de la oscuridad de la parte izquierda del cartel, que nos recuerda los fondos tenebristas de los bodegones andaluces, destacando con ello los elementos que se encuentran en el primer plano de la composición.


La canastilla del paso de la Soledad de San Lorenzo, cuyo friso ha visto transformada las letras en latín por la inscripción “Semana Santa 2013”, y que además luce las azucenas que aluden a la pureza de María, y sirve de soporte a buena parte de esos elementos sensoriales que conforman esa rememoración de los clásicos bodegones.






La música y el sentido del oído están presentes por medio de una corneta de la Centuria Romana Macarena, que a través de las notas musicales nos transmite el mensaje de la Esperanza.










El orden y buen hacer del trabajo de las cofradías y nazarenos representado en el canastito de uno de los catorce diputados de La Amargura, que además simbolizan el tacto a través de sus materiales, terciopelo y la plata; así como una alusión a las estaciones del Vía Crucis. 







El cántaro del aguaó, donde los costaleros sacian su sed, evocando al gremio, su esfuerzo y buen hacer. 











La naveta del incienso de la Mortaja, representando el sentido del olfato y que simbólicamente hace referencia al Año de la Fe, por medio del paralelismo formal que se puede establecer entre la vela de la naveta y la del barco del logotipo de este acontecimiento promovido por Benedicto XVI. 










Una segunda referencia al sentido del olfato se nos muestra con la presencia de una jarra ornada de azahar propia del palio de la Virgen de la Concepción, Madre y Maestra de la Hermandad del Silencio; un elemento que perfuma la ciudad anunciando lo que ha de llegar para embriagar el conjunto de nuestros sentidos.









La Fe de cada nazareno se representa con la medalla de la Macarena, de la que es hermana, como símbolo de las devociones personales que cada uno lleva en su corazón y que en este caso cuelga sobre el sudario de la Soledad. Con esta disposición establece un símil, entre el momento de dolor de la Madre que pierde al Hijo, y nuestros momentos de debilidad. 







El cirial encendido de la Hermandad del Cachorro, da forma a la “i” del nombre de la ciudad; es la luz de Triana y de Sevilla, la llama de la Fe y la representación del colectivo de los acólitos.















Todos estos elementos nos evocan igualmente a multitud de oficios artesanales y artísticos que hacen posible el milagro año tras año. El mundo de los imagineros se nos rememora con la presencia de la Virgen de la Paz; los entalladores y carpinteros con el canasto del paso de la Soledad de San Lorenzo; los orfebres con el cirial, la naveta, la medalla, candelabros y varales, así como la canastita; los bordadores con el manto, bambalinas, sudario y paño de la corneta; los músicos y compositores de marchas con la corneta; los floristas con el ramo de azahar y los cereros con el cirial. 

En definitiva, una combinación que funde todo aquello que es la Semana Santa para la autora, pero que también representa aquellos encantos que nos invitan a volver, año tras año, a todos los que no somos de Sevilla y que son un orgullos para los sevillanos.

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